
Glorioso soldado Romano, que fuiste de Dios conferido a cumplir el don de la caridad. Por las pruebas más grandes a que fuiste sometido por el Señor, yo te pido de todo corazón que combatas la miseria de mi casa, que la caridad de tu Alma me siga por dondequiera que vaya, y me consigas la bendición del Señor en todos mis negocios.
¡Oh! San Martín Caballero, del Señor fiel Misionero, líbrame de todo mal. Para que nunca me falte Salud, Trabajo y Sustento.
Oh Dios, que conoces que por nuestras fuerzas no podemos subsistir; concédenos benigno que, por la intercesión de tu confesor y pontífice san Martín, seamos fortalecidos contra todos los males que nos cercan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.